Lucila Apolinaire, presidenta de la Sociedad Rural de Tierra del Fuego, exige acciones articuladas para enfrentar el problema de los perros cimarrones
Lucila Apolinaire, presidenta de la Sociedad Rural de Tierra del Fuego, ha expresado su preocupación sobre el impacto continuo y significativo que los perros cimarrones están teniendo en el sector ganadero de la provincia. Durante una entrevista reciente, Apolinaire enfatizó que la solución a este problema no se encuentra en las reuniones mensuales, sino en acciones constantes y coordinadas entre todos los actores involucrados.
"Hace diez días, a la salida de Río Grande, en Estancia Cabo Peña, hubo un ataque de perros a vacunos. Esto es preocupante porque estamos acostumbrados a que los ataques sean a animales más pequeños, como los ovinos. Sin embargo, la situación se complicó este invierno, ya que los perros corrieron a los vacunos, que se resbalaron en el hielo. Estos animales, por su gran porte y peso, cayeron, resultando en uno muerto y otros dos sacrificados debido a las heridas y mordeduras", relató Apolinaire.La presidenta señaló que, en el marco de la Ley 1.146 de manejo de poblaciones caninas, han mantenido reuniones con representantes del Gobierno Provincial, pero insistió en que estas reuniones mensuales no son suficientes. "Entre reunión y reunión deben suceder un montón de acciones articuladas. En la zona rural hacemos lo que podemos, combatiendo a los perros asilvestrados cuando se presentan oportunidades, pero necesitamos un esfuerzo conjunto y coordinado", afirmó.
Apuntó que la problemática de los perros cimarrones no solo afecta la producción ganadera, sino también la salud pública, la biodiversidad y el turismo. "Es crucial que se desarrolle un plan de comunicación para responsabilizar a los ciudadanos como tenedores de mascotas", explicó.
Apolinaire destacó la necesidad de recopilar y analizar datos sobre la población canina en cada ciudad y las incidencias de mordeduras para comprender la magnitud del problema y desarrollar soluciones efectivas. "Hay un montón de datos que están como en una nube, pero deben ser analizados por científicos para dimensionar la gravedad del problema", concluyó.
Con un chip de plomo se soluciona, las protectoras de animales deben dejar de poner palos en la rueda y volver al sacrificio de los canes en la via pública, por otro lado para evitar esto a futuro, crear un impuesto a las máscotas en base al peso de cada una
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