La tentación de ver detrás de la detención de Isabel Perón una maniobra de Néstor y Cristina Kirchner no por obvia debería ser descartada. E...

La tentación de ver detrás de la detención de Isabel Perón una maniobra de Néstor y Cristina Kirchner no por obvia debería ser descartada. Es bueno recordar que la política de este gobierno no se caracteriza por su trazo fino y delicado.
¿Cuáles serían los réditos de meter mano en los peores fantasmas del peronismo? ¿Las ventajas de sumergirse en tan oscuros recuerdos? ¿Sabe alguien acaso hasta dónde llegará esta revisión? ¿Podría pasar de los oportunos alrededores de Isabel, Antonio Cafiero y Carlos Ruckauf, a ciertos despachos del poder?Una primera lectura podría sostener que Néstor Kirchner necesita terminar definitivamente con el peronismo, para dedicarse con las manos libres a construir la nueva fuerza de centroizquierda que desvela sus sueños. ¿Y que mejor manera de liquidar a este movimiento, que ha demostrado una persistente capacidad de supervivencia, que manchar las manos de su líder con la sangre de la represión, la tortura y el terrorismo de Estado? Porque no hay dudas que Isabel puede terminar en prisión, pero es Juan Perón quien va a juicio.Ser el creador de una nueva fuerza política que trascienda a su propio artífice, que interprete un nuevo tiempo, es un sueño grande y no habla mal de Kirchner, que tenga esas ambiciones. ¿Le falta carisma, grandeza, volumen intelectual, capacidad política, para tan grande aventura? Puede ser, pero estos debates la política los resuelve en la realidad, y es el éxito o el fracaso el único juicio que importa.Cuesta imaginar que un juez tan cuestionado y dócil como Norberto Oyarbide, haya mutado en una versión local del español Baltasar Garzón, que intenta encarnar el ideal de una justicia globalizada. Cuesta creer que el mismo Oyarbide de Carlos Corach y ciertos episodios bochornosos, sea ahora un audaz magistrado incursionando en los peores secretos del peronismo, la principal fuerza política del país.La debilidad objetiva del juez –uno de los pocos magistrados designados durante el menemismo que mantiene el cargo- podría indicar cierta vulnerabilidad a la hora de poner freno a los deseos del poder. Al menos, no se observa que en su juzgado avancen con la misma energía que imprime al proceso sobre la Triple A, las causas que rozan a quienes ejercen hoy el gobierno.
¿Cuáles serían los réditos de meter mano en los peores fantasmas del peronismo? ¿Las ventajas de sumergirse en tan oscuros recuerdos? ¿Sabe alguien acaso hasta dónde llegará esta revisión? ¿Podría pasar de los oportunos alrededores de Isabel, Antonio Cafiero y Carlos Ruckauf, a ciertos despachos del poder?Una primera lectura podría sostener que Néstor Kirchner necesita terminar definitivamente con el peronismo, para dedicarse con las manos libres a construir la nueva fuerza de centroizquierda que desvela sus sueños. ¿Y que mejor manera de liquidar a este movimiento, que ha demostrado una persistente capacidad de supervivencia, que manchar las manos de su líder con la sangre de la represión, la tortura y el terrorismo de Estado? Porque no hay dudas que Isabel puede terminar en prisión, pero es Juan Perón quien va a juicio.Ser el creador de una nueva fuerza política que trascienda a su propio artífice, que interprete un nuevo tiempo, es un sueño grande y no habla mal de Kirchner, que tenga esas ambiciones. ¿Le falta carisma, grandeza, volumen intelectual, capacidad política, para tan grande aventura? Puede ser, pero estos debates la política los resuelve en la realidad, y es el éxito o el fracaso el único juicio que importa.Cuesta imaginar que un juez tan cuestionado y dócil como Norberto Oyarbide, haya mutado en una versión local del español Baltasar Garzón, que intenta encarnar el ideal de una justicia globalizada. Cuesta creer que el mismo Oyarbide de Carlos Corach y ciertos episodios bochornosos, sea ahora un audaz magistrado incursionando en los peores secretos del peronismo, la principal fuerza política del país.La debilidad objetiva del juez –uno de los pocos magistrados designados durante el menemismo que mantiene el cargo- podría indicar cierta vulnerabilidad a la hora de poner freno a los deseos del poder. Al menos, no se observa que en su juzgado avancen con la misma energía que imprime al proceso sobre la Triple A, las causas que rozan a quienes ejercen hoy el gobierno.
La utilización política de la revisión del pasado no es un pecado novedoso los distintos planos de responsabilidades que pueden trazarse a la hora de llevar a juicio un período histórico diferencia la culpa criminal, que es aquella atribuible a una persona en particular que mediante acciones concretas ha violado el ordenamiento jurídico; de la culpa política que se origina en determinada orientación del Estado y tiñe a toda la sociedad,se sostiene que es absurdo inculpar por un crimen a un pueblo entero, ya que no existe un pueblo indiferenciado, como una totalidad, sino una suma de individuos con opiniones y comportamientos disímiles. De manera que una verdadera búsqueda de justicia debería apostar a la diferenciación de las responsabilidades.Sólo esa diferenciación demostraría que lo que se busca es la justicia, tal vez la verdad, y no la persecución de un fin político, en este caso la destrucción del peronismo como identidad aglutinante de un sector todavía importante de la sociedad.
El peronismo enfrenta tal vez su debate más temido. El mecanismo de descargar todas las culpas de la violencia, en la indefendible dictadura militar, y exaltar el recuerdo indiferenciado de los héroes de la resistencia, sirvió durante años para unir y evitar las preguntas incómodas.Si bien el peronismo no tiene garantizada su supervivencia –no sería el primer movimiento popular que se traga la historia-, tal vez sea oportuno quitarle cierto dramatismo al debate. La sociedad suele encontrar razones más cotidianas e interesantes para definir su voto, que las tenebrosas discusiones que a veces, suelen apoderarse de los políticos.
Tendrá algo que ver las maniobras políticas del Presidente Kirchner con la idea que el Peronismo fueguino no participe como tal en las próxima elecciones y son los políticos a cargo del Justicialismo fueguinos los complices para llevar a cabo en la provincia esta suerte de estrangulamiento al Peronismo Fueguino.Solo quienes están en las cercanías al poder político ven esta campaña y sabemos que el presidente no quiere que le suceda lo mismo que a sus antecesores que cuando dejaron el poder sus movimientos fueron fagocitados por el Peronismo que hasta ahora es el único movimiento que sobrevivio a varios políticos que intentaron destruirlo para sus fines electorales.
Por que creen que los justicialista, de tierra del fuego estan pidiendo, internas las autoridades actuales son complices, de la destrucion del partido.
ResponderBorrarNo, nos tenemos que olvidar de esto las 20 verdades peronistas,de lo que se olvidaron nuestros dirigentes actuales.
ResponderBorrarEl Peronismo es esencialmente popular. Todo círculo político es antipopular, y por lo tanto, no es Peronista.
El Peronista trabaja para el MOVIMIENTO. El que en su nombre sirve a un círculo, o a un caudillo, lo es solo de nombre
Ustedes los peronistas del orto nunca se dan por aludidos no?...
ResponderBorrarYo no comulgo con el enfermo de kirchner, pero en lo único que estoy de acuerdo con él es que quiere ejecutar al peronismo en todas sus ramas
aguante MENEM carajoooo
ResponderBorrarLos Kirchner, podrán destruir el peronismo y mucho mas. No nos olvidemos que estos llegaron a donde están pero de peronistas no tienen nada o ya se olvidó el pueblo que Nestor era montonero? Son zurditos de primera hora, dan un doble discurso y los que los votaron no se dan cuenta.-
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